La episotomia ¿Una mutilación genital?

 

El artículo «La episotomía» que os mostramos nos lo cuenta. Gracias a Maternario por revelarnos esta publicación.

Según la Real Academia de la Lengua Española, mutilación es la acción y efecto de mutilar. Mutilar, a su vez, según la misma institución académica, proviene del latín (mutilāre), y significa cortar o cercenar una parte del cuerpo, y más particularmente del cuerpo viviente. Esto, como ven, no es un invento mío: es una definición.

Siguiendo con las definiciones, episiotomía proviene del griego (ίσιον, pubis, y -tomía) y es una incisión quirúrgica en la vulva que se practica en ciertos partos para facilitar la salida del feto y evitar desgarros en el periné. Esta última parte la rebatiremos con evidencia científica más adelante.

Así que, independientemente de la causa, de la justificación, de la necesidad de hacerla o no, la episiotomía es una mutilación. ¿Y por qué digo esto, sabiendo que me meto en las fauces de los lobos? Porque lo que quiero es que los profesionales que tenemos a veces la imperiosa necesidad de hacerla, para evitar un mal mayor, no se nos olvide que es una mujer la que está ahí, la que se va a quedar con ella, la que sufrirá las consecuencias (que gustosamente ofrecerá si sabe que es por salvar la vida de su bebé), pero que por eso no va dejar de ser una mutilación, no va dejar de doler, no va a dejar de tener secuelas, aún siendo totalmente necesario.
Hace tiempo que tengo esta entrada en modo borrador. Hace tiempo que me debato internamente entre llamar a las cosas por su nombre, cosa que hago a veces demasiado, pero que al fin y al cabo es lo que creo más correcto, y ser diplomática y no remover aguas turbulentas. Pues que se remuevan las aguas.

Este verano, en Granada, estuvimos hablando África Caño (una magnífica ginecóloga, que también las hay) y yo sobre esto. No estaba ella de acuerdo conmigo en el término mutilación, por la implicación de la palabra socialmente relacionando la mutilación genital femenina que se practica en otras culturas.

Es verdad que no se puede comparar una episiotomía con una mutilación genital practicada por unas culturas que desprecian a las mujeres, desde la ignorancia y la mala fe (dañar por dañar).

Y no se puede comparar porque no quiero ni puedo pensar, que nadie en el mundo sanitario haya practicado nunca una episiotomía con mala fe; por ignorancia sí, muchas veces (ignorancia de la evidencia científica); por miedo, porque creyó que era lo mejor para el bebé y la mujer (aunque se equivocara de lado a lado). Esos pudieron estar «justificados» hace un tiempo; ahora no.

Que ahora un profesional siga practicando episiotomías de rutina es comparable a una mutilación, porque ya no se puede un profesional amparar en que no tiene acceso a la información (que es aplastante desde hace años); porque un profesional no puede seguir diciendo «que le enseñaron así». Porque un profesional tiene la obligación de actualizarse, de modificar conductas si se demuestra que hay otra forma de hacerlo, y porque un profesional tiene la obligación legal de pedir permiso para actuar y hacerlo siempre buscando no hacer daño.

África y yo no llegamos a un acuerdo. Yo sigo diciendo que la episiotomía, asépticamente hablando, como ya hemos visto en la definición, es una mutilación. Como lo es una amputación o una incisión quirúrgica.

Cuando existe la necesidad imperiosa de hacer una episiotomía (un bebé pasando serios apuros para resistir una contracción más, un parto instrumental con fórceps, o una vulva con grandes cicatrices resultado de una mutilación genital o quemaduras graves), se hace. Pero se hace a conciencia, sabiendo el dolor que produce (y producirá después), sin perder nunca de la mente que la mujer que está delante de nosotros se llevará una cicatriz a su vida, para siempre. Y se hace explicando por qué es necesario, y previa autorización.

La evidencia dice que la episiotomía no previene los desgarros graves; es más, los desgarros graves son más frecuentes con episiotomía previa. Así que, dejad la bola de cristal para los expertos. «Se va a ir», «mejor un picotazo que un desgarro», «este periné no da de sí»… todo esto sobra. Y lo dice la evidencia científica y la física. Si tenemos una superficie circular, la presión ejercida en los puntos de la circunferencia se reparte de forma equitativa; si cortamos la circunferencia, la presión ejercida en el punto del corte es infinitamente mayor que en el resto, por lo que toda la fuerza se verá concentrada en una zona puntual. Por eso tampoco hay que poner los deditos en el clítoris ni en ninguna parte que redistribuya las fuerzas y las concentre en lugar de repartirlas. Como ejemplo: si pretendemos romper un trapo, la presión que ejercemos con las manos para desgarrarlo es mucho mayor que si le cortamos un poquito (un piquito) y tiramos por ese punto.

Los desgarros espontáneos en la vulva, suelen ser centrales, pues el centro tendinoso del periné está más reforzado, menos sensible y menos vascularizado. Van a ser con mucha frecuencia, de poca profundidad y van a cicatrizar con menores secuelas. El cuerpo femenino está bien pensado para parir y no dejar muchas secuelas, aunque muchos aún no se lo crean.

Para evitar los desgarros, lo importante es que la piel y las mucosas estén en buen estado (el masaje perineal se hace antes del parto, en el embarazo, y no durante el parto), que el suelo pélvico esté con buen tono (prevenir empieza por conocer), que la mujer pueda parir en postura libre (nunca en litotomía), que la cabeza descienda a su ritmo y sin forzar (las prisas para el autobús), que se aplique calor local con paños húmedos cuando esté coronando la cabecita del bebé (si la mujer quiere y le alivia), y que las manos de la matrona estén donde deben estar: lejos del periné o simplemente sosteniendo, no presionando.

Para prevenir la episiotomía, sólo hace falta tener las tijeras fuera del alcance y no tener intención de hacerla a menos que exista una causa de fuerza mayor, pero muy mayor.

Yo he hecho una episiotomía en 5 años. Seguramente tengo suerte con los perinés (como me dicen algunas) y me tocan todas las mujeres con periné de marca. En todo este tiempo, no he tenido ningún desgarro de tercer y cuarto grado. Sí he tenido que suturar desgarros, y otros no.

Como fisioterapeuta especializada en suelo pélvico, he tratado unas cuantas mujeres con lesiones perineales. No muchas, porque pocas llegan a tratarse. Pero todas ellas por lesio
nes perineales con episiotomía. Ninguna por secuelas de desgarros espontáneos (que no digo que no haya, digo que a mi consulta no han venido). Con algunas de estas mujeres, aún sigo llorando cuando salen de la consulta. Lloro por el dolor que tienen, por el tiempo que han pasado sufriendo (y el que les queda), por los meses y años que sus parejas están pacientemente esperando poder volver a tener relaciones sexuales con ellas.

Estoy harta de escuchar excusas absurdas. Me impacta que aún muchos crean que no es para tanto. Las cifras cantan. Se hacen muchas episiotomías innecesarias. Se hacen muchas episitomías porque no se tiene paciencia, porque se tiene miedo. Lo que tienen que hacer estas personas, es tratarse ellas, aprender a relajarse y a esperar, a hacer las cosas con conciencia y con templanza. Recuerdo una vez que una compañera me dijo que me admiraba por la paciencia que tenía (fue un parto que estuvo la cabeza coronando un buen rato) y que ella se ponía muy nerviosa y hubiera cortado antes. ¿Y te das cuenta de que el problema lo tienes tú y no esa pobre mujer?, le contesté.

Pues eso…

Fuente:

Centro Hebamme.