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Ébola y tabaco. La ley del embudo

La opinión pública mundial está conmocionada ante el virus del ébola que ha matado a 5000 personas en África Central y amenaza propagarse con una tasa de mortalidad cercana al 80% de las personas infectadas.

Hace 26 años, en una obra de 600 páginas titulada “La centuria del cigarrillo”, Allan M. Brant levantó acta del papel adictivo de la nicotina y otras sustancias tóxicas incluidas en los cigarrillos manufacturados Sólo en EEUU, el tabaco mata cada año a medio millón de personas, más que el alcohol, las drogas ilegales, el sida, los homicidios y los suicidios juntos.
Esta catástrofe humanitaria interpela a los científicos, periodistas, publicistas y abogados a sueldo de las grandes multinacionales tabaqueras que, desde hace 90 años, mienten y manipulan a la opinión pública negando el carácter letal del hábito de fumar.

La inclusión de imágenes en las cajetillas con pulmones podridos, cánceres de boca y leyendas como «el taco mata», expresa la capacidad de las multinacionales para reducir a expresiones testimoniales el mandato constitucional de los gobiernos de proteger la vida y los derechos humanos.

El consumo masivo de tabaco, alcohol, refrescos carbonatados, alimentos procesados, dulces y bollería industrial, no se explica sin las técnicas psicológicas y neurológicas que nos condicionan para que, en beneficio de los intereses económics de las grandes corporaciones, adquiramos hábitos autodestructivos y los repitamos de manera compulsiva.

El ébola moviliza a la ONU y a los estados más desarrollados del planeta, poniendo en marcha grandes recursos para fabricar vacunas que fomentan el negocio del complejo químico-farmacéutico. Sin embargo, la amenaza del tabaco -que ha matado 100 millones de personas en el siglo XX-, al ser contraria a los intereses de las grandes corporaciones tabaqueras, ha pasado a formar parte del paisaje.

La alarma es proporcional a la gravedad de la amenaza. Pero esa misma opinión pública no se inmuta ante los 250.000 muertos causados por el tabaquismo a nivel mundial en tres meses. Si sumamos las muertes por enfermedades vinculadas a la alimentación industrializada, la contaminación y el alcoholismo, la cifra se eleva a 600.000 muertos al trimestre.